lunes, 3 de abril de 2017
La verdad que ya no, por que conseguí una patria y me fui adaptando y la fui queriendo, desde niña recuerdo esos momentos en mi pueblo, caminar y recibir cariño de mis cuatro abuelos, aunque muy niña todavía se siente algo de lo vivido allí donde nací. Ese asombro al ver ese gran barco al cual subí y ver alejándose cada vez más de mi amado hogar, ese decir adiós a los que quedaban, esas lagrimas vista en mi Madre que iba a un mundo desconocido por una vida mejor, de esperanza para su familia, allí dejó su vivencia de lo que ella aprendió. Sus padres que pronto partieron pero ya para destinos diferentes, su familia amigas de toda la vida y todo lo demás...
Ya no se reunirían como solían hacerlo en la casa Materna y donde vivieron con sus padres, familia y costumbres hasta ese momento. Que sentía en esos momentos ella? ¡No se en verdad! Ya contaba con tres hijos que se llevaría con ella y un esposo que le esperaba después de pasar ese gran Océano. ¡Nunca había visto esa cantidad de gente! En mi inocencia de niña todo me parecía inmenso como el mar, llegar y encontrar a otras extrañas personas, principalmente mi Padre que conocería en ese instante, por dejarme como semilla en mamà, por ese afán de darle a su familia una nueva esperanza. La nueva adaptación no fué fácil, màs para mis hermanos que ya como adolescentes no entenderían el por qué los desprendieron de su bello hogar. Ahora un hogar sin abuelos, vecinos, primos que siempre les dieron cariño. Seria un poco de soledad por el temor de una nueva tierra que tenia que conocer y adaptarse.
Ahora después de tanto tiempo y ya adaptados y con la familia que felizmente formé y cuide. Llegan los momentos de nuevas experiencias del hijo que también quiere emigrar por no conseguir en su patria aquello para lo que fué formado, y se aleja del hogar que con cuanto amor y delicadeza fué educado, para ser hombres y mujer de bien, de principios, que formamos con la esperanza de verles libres y triunfadores por las oportunidades que nos encargaríamos su padre y yo de darles o aliviarles el camino por recorrer y así adelantarles lo que realmente nos faltó y decidimos ofrecerles a nuestros hijos. Ahora son ellos los que buscan ese camino que mis Padres hicieron en ese momento de la vida y estoy pasando lo que mis abuelos, mi madre y padre sintieron con la separación de los suyos, donde va la adaptación y calar en el sitio escogido.. ¡Pero cuantas cosas quedan atrás!
Por eso digo: ¡No quiero ser emigrante otra vez!.. Dulce Maria
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