martes, 6 de junio de 2017

On 8:52 by Marilut   No comments
¡Experiencias Propias de un Militar Venezolano!

Me formé como oficial de la Guardia Nacional, en la academia militar, conocida como Escuela de Formación de Oficiales de las Fuerzas Armadas de Cooperación (EFOFAC), fuerza ésta fundada por el General Eleazar López Contreras en el año de 1937, cuya misión fue el mantenimiento del orden público y el resguardo de las fronteras, para el año 1999 cumplía roles de participar en operaciones de orden interno, dentro de los planes militares. Ingresé en el año 1980 y egresé en el año 1984, obteniendo el título en el grado de subteniente de la República de Venezuela, siendo éste uno los mayores anhelos que había planificado desde mi niñez y que abrigué en mi mente en la juventud, cuando preñado de tantos sueños por creer o decir “tener vocación hacia la carrera de las armas”, decidí emprender este largo sendero de mi vida.

De ello guardo los más hermosos recuerdos y expulsé de mi corazón los peores, pero esto no significa que los he olvidado; dar testimonio de ellos es como una experiencia invaluable, que estoy seguro servirá de apoyo para aquellos jóvenes oficiales que están dando sus primeros pasos en esta carrera, porque en este contexto histórico en el que vivimos se hace necesario la participación de todos, estamos llamados a ser protagonistas de nuestra propia historia, estamos llamados a influir, participar y decidir, en la construcción de un mundo mejor.

Fuimos formados como garantes de los derechos humanos y bajo el amparo de la Constitución Nacional y demás leyes de la República, cuyo objetivo fundamental era el de garantizar el sosiego y el bien común de la sociedad venezolana; a pesar de que tuve una formación férrea y dura, como líder militar siempre mantuve mis principios y valores dentro de mi entorno social, familiar y político de mi país, y digo esto, porque esta carrera a la que tanto amé, se presta con mucha facilidad para cometer abusos de poder, actos de corrupción, malos tratos al subalterno y al ciudadano.

Muchas fueron las veces que fui testigo presencial de esos abusos y arbitrariedades, actitudes estas reflejadas no solo en algunos compañeros, sino también en mis superiores, lógicamente con muy pequeñas excepciones. Con horror pude ver como muchos de ellos, se transformaron ante mis ojos atónitos, en lobos feroces, depredadores de su presa, solo por querer alcanzar honores y glorias, siempre ávidos por los elogios de sus talentos y capacidades, engordando de tal manera su ego, pero en el fondo de su corazón seguro estoy, que sentían una gran inseguridad, disfrazada en arbitrariedades, dañando sin importarles la reputación o el buen nombre de los demás oficiales, y atreviéndose a mucho más como dañar a su propia familia y a la de los demás. Durante mi recorrido por sendero, por el que tuve que discurrir, a lo largo de 30 años de mi vida, tuve como no, muchas experiencias, positivas y negativas, encontré muchas espinas y zancadillas, críticas negativas, rechazo y risas burlonas de aquellos que están al margen de la vida y que caminaron y siguen caminando hacia su propia destrucción. También encontré, hombres admirables que me brindaron un apoyo sincero, con manos amigas que me animaron a seguir firme en mis propósitos, de dar dentro de ese mundo lo mejor de mí mismo, para ser protagonista en la construcción de un mundo más digno dentro de la carrera de las armas.

Dentro de las experiencias negativas, les confieso que muchas veces fui influenciado a cometer actos que causaron mucho dolor y tristeza, no solo a mi esposa, sino también a mis hijos. Y ¿Por qué digo esto? Porque sería un acto de hipocresía el callarlos, la carrera militar nos absorbe tanto, que muchas veces va a depender del superior inmediato, porque influyen de manera directa, en no tener tiempo para atender a la familia, amparados en que un militar tenía que estar a la disposición las 24 horas del día, para el trabajo, relegando siempre a un segundo plano a nuestros seres queridos, que son tan importantes en la vida de cada hombre, en su equilibrio, y en su crecimiento personal, para lograr ser un mejor ciudadano en todos los aspectos.

Miro atrás y no me queda más que dar gracias a Dios, porque me ha bendecido con una familia impulsada siempre a mantener sus principios morales, éticos, y espirituales en todo momento, a pesar de que en muchas ocasiones, durante mi carrera profesional, y en especial cuando ocupaba los cargos de mayor relevancia, fui tentado a dejar a mi familia, por querer vivir nuevas aventuras, no solo eso, muchas veces fui tentado a corromperme en actos ilícitos, pero gracias a ese apoyo que me brindó mi verdadera familia en especial mi esposa, jamás sucumbí y siempre pensando que el que pierde el honor, éste jamás se recupera, siempre será señalado no solo por la sociedad, sino por su propia consciencia; en este largo camino que indudablemente transitamos juntos, mi esposa se transformó en mi guía, en mi psicólogo y en mi amiga.

Hoy con mucha humildad reconozco que gracias a esa familia, que Dios gratuitamente me regalo para que me acompañaran en este sendero, jamás sucumbí a esas tentaciones; esto que digo no es solo mi caso, sino el de muchos honorables oficiales a los que también Dios tocó con su gracia de poder contar con una hermosa familia, pero también pude ver con tristeza, como en las fuerzas armadas es donde existe el mayor índice de divorcio, en los diferentes grados, y más acentuado hacia los más altos niveles, como es el caso de muchos generales que decidieron dejar en el camino a su familia y así parte importante de su vida personal, para comenzar una nueva, con mujeres mucho más jóvenes, inclusive pertenecientes a la misma institución militar, no importándoles para nada el daño psicológico por desviación de conducta, que pudieron desencadenar en sus hijos. También fui testigo de actos inmorales cometidos por algunas esposas de militares queriendo abusar de los subalternos. Si me tocara definir estas conductas en dos palabras, podría decir sin temor a equivocarme “Un caos total”, en la familia militar.

Soy de la firme convicción que el tener una sólida familia permite la construcción de un mejor país; entre otras malas experiencias que podría contarles está el maltrato de superiores, que por querer solo ver desde su lente y quienes en muchas ocasiones me consideraron como una piedra en su zapatos, por no prestarme a actos de corrupción, o solaparlos con el fin de ser favorecidos.

Durante esos 30 años de servicio mantuve un historial impecable, a pesar de que muchas veces me vi envuelto en un campo de batalla, grandes guerras campales, donde oficiales superiores, compañeros y subalternos conspiraron para empañar mi trayectoria, pero siempre intervino la mano de Dios a mi favor; en los años donde recibí los más feroces ataques fue cuando alcancé los grados de teniente coronel y coronel, por parte de oficiales que ostentaban el poder y que de la noche a la mañana sufrieron una metamorfosis, transformándose de militares a políticos, pescando siempre en rio revuelto, todos esos ataques comenzaron por los años 2000, donde pude observar con tristeza, como la meritocracia del militar sucumbía, vi con mucha tristeza cómo poco a poco fue desmembrada pieza a pieza aquella fuerza armada creada por el General Eleazar López Contreras, y esta fue sucumbiendo ante el más voraz ataque de ambición de poder y corrupción, donde el delito del narcotráfico penetró las líneas de los altos mandos de la fuerza armada, hechos estos que hoy en día son un secreto a voces; es así que pude ser testigo presencial y con mucha tristeza puedo decir, que mi amada Guardia Nacional agonizó día a día, fueron desapareciendo los principios para los cuales fue creada, que no eran más que garantizar el orden interno de nuestra Patria Venezuela. Viví en carne propia, que para lo que fuimos formados, la misión fue cambiada, y lo digo con toda responsabilidad, porque antes, la fuerza armada en todos sus componentes era respetada, querida, valorada, puedo decir, que hoy en día, somos vistos como los peores violadores de los derechos humanos y abusadores de poder y donde se encuentran las grandes mafias de los diferentes delitos cometidos en nuestro país, y que para poder sentirse seguros en las calles, es mejor guardar su uniforme y vestir de civil. Fui testigo también de que muchos de esos oficiales que por medio de esos descalabros lograron alcanzar altos grados para obtener poder y gloria en el mundo, la mano protectora de Dios se les retiró y su castillo de arena se derrumbó, y varios de ellos, tuvieron muertes trágicas. Así mismo vi también como varios de mis subalternos y compañeros, fueron preparados para ocupar cargos a nivel político y así poder lograr la sumisión de todos los poderes al poder central.

Reflexionando sobre estas experiencias que tuve que tomar como cáliz amargo, para poder llegar con un espíritu fortalecido en el Señor, recuerdo que a pesar de que nosotros los oficiales con mérito, que realizamos estudios militares muchas veces, fuera de nuestra patria, largos años de estudio y preparándonos con esmero, para un día conducir con dignidad a nuestros componentes en procura del bienestar de nuestra amada Patria, fuimos vilmente execrados y muchas veces señalados como apátridas, al llegar a nuestro país cargados de sueños y bastas experiencias, muy en especial aquellos oficiales que como yo fuimos seleccionados para cursar estudios en la Escuela de las Américas de Estados Unidos. A nuestro regreso ya había un nuevo gobierno legítimamente constituido, elegido por el pueblo, puedo decirles que fueron años muy duros, se desató una verdadera batalla, muy cruenta, donde el enemigo a vencer éramos nosotros mismos, aquellos hombres que crecimos juntos en busca de un sueño, a pesar de esto por mi excelente trayectoria profesional, no les fue posible en ese momento sacarme del juego, llegando a ocupar cargos muy importantes y cuando aparentemente fui nuevamente tomado en cuenta para cumplir con el requisito de ascender al grado de general, fui enviado por año y medio al exterior, a prepararme, pero hoy me pregunto ¿a prepararme para qué? Si a mi regreso a pesar de ser enviado a ocupar el cargo de subdirector en la escuela de formación de oficiales, donde se forman los líderes de nuestra institución y donde se supone que quien ocupe ese cargo tan relevante y apetecido, es tomado muy en cuenta para el ascenso al grado inmediato superior, pero en mi caso no ocurrió así, a pesar de contar con una evaluación donde estaba entre los primeros lugares para el ascenso a general, pero la mano peluda de las injusticias se hizo presente y mi familia fue vilmente el blanco de esas injusticias de la vida militar, quienes para parar mi inevitable ascenso, acusaron a mi esposa de no ser afecta al gobierno y por tal razón yo no era para ellos un oficial confiable, y cuando mi esposa sacó esa primera obra a la luz, se me llegó a plantear que la única posibilidad que yo tenía para ascender era que me apartara de mi familia y me divorciara de mi esposa, para esperar el próximo año de ascenso, tal como ya había ocurrido con otro oficial superior, quien para poder ascender acepto la desdichada propuesta de separarse de su familia.

Cuando se me hizo esa aberrante propuesta manifesté a los señores generales que conformaban la junta de evaluación, mi inconformidad, porque en todo caso el militar era yo, de tal manera que la evaluación debería caer sobre mí y no sobre ella, y la respuesta que recibí fue la misma, que no era yo un oficial confiable, se tejió entonces una cantidad de artimañas, trancando por tres veces consecutivas mi ascenso, sin embargo seguí ejerciendo el mismo cargo con la anuencia del alto mando de la Guardia Nacional, por dos años más, considerando yo esto un record, quedando púes esto para la historia de mi institución.

Pero no todo fue malo, en los aspectos positivos puedo resaltar, que en ese transitar por la autopista de la vida del militar, a lo largo de 30 años de servicio, alcance las metas previstas de ascender al grado superior en el tiempo estipulado, ocupé todos los cargos de acuerdo a mi grado, fui tomado en cuenta en varias oportunidades para representar a mi país en el exterior, en la realización de cursos militares y sobre todo aprendí a querer y valorar a la institución Guardia Nacional y aprendí a valorar muy en especial a mi amada familia, que es mi fortaleza y que solo por la gracia de Dios y no por méritos propios aún conservo, puedo con toda confianza mirar hacia atrás y allí está mi bella familia con sus brazos abiertos hacia mí. En conclusión puedo decir hoy más que nunca, porque no me amparo en suposiciones, que el hombre y la mujer que forman parte de los componentes armados, poco conocen sobre lo que realmente es importante en la vida de cada ser humano, que no es más que aprender a vivir, no solo en el paralelo físico o natural, donde todo es vanidad, sino también el paralelo espiritual, que es donde realmente reside la verdadera libertad tan anhelada por el hombre. Queridos amigos vaya este testimonio de vida, para que les sirva de reflexión, aún estamos a tiempo de cultivar nuestro espíritu, con buenos pensamientos, sentimientos y emociones, con una pulcra palabra, no tomándose nada de manera personal, no haciendo suposiciones y sobre todo dar lo mejor de nosotros en la consecución de un fin común, y dejar de correr tras el viento, porque los triunfos terrenales son efímeros, e ilusorios. Puedo asegurarles que cuando recuerdo todas estas vivencias, no me queda más que dar gracias a Dios, por haberme permitido vivirlas, y de todo corazón doy gracias a todos aquellos hombres de la institución que trataron de pasar por encima de mí a toda costa, porque sin duda han sido para nosotros como familia, una parte fundamental para nuestro crecimiento espiritual.

Y les digo que Cristo jamás habitará en un corazón que siente odio, y sé que yo estoy llamado en el mundo militar a aportar un granito de arena para liberar a un pueblo esclavo, que ha optado por el odio y la división. Valla mi testimonio adelante para cumplir mi misión, porque en ese largo discurrir he aprendido que el amor y el perdón son simultáneos, nos da la fuerza para seguir adelante, aun en medio de la tempestad, y así siempre nos llevará a puerto seguro. Y les cuento que lo más hermoso que he vivido, es poder entender que desde siempre Dios tiene un verdadero propósito para con todos los hombres, que lógicamente nada tiene que ver con el mundo militar visto desde el paralelo físico o natural y que es un verdadero regalo abrirse a la dimensión espiritual, dándonos la oportunidad de conocer lo que verdaderamente es importante, la sabiduría de Dios y no la del hombre. Así que pasados mis 30 años de servicio a la patria, dignamente pasé a retiro, con la "V" de la victoria en la mano y por eso hoy estoy aquí contándoles que Dios nos ama de veras y que solo espera por un sí de nuestra parte, para que lo dejemos entrar a nuestra vida y la transforme de un todo hacia sus objetivos, que jamás tendrán comparación con los nuestros. Hoy estoy disfrutando de la mejor etapa de mi vida entrenándome como un feliz y bendecido abuelo.

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