jueves, 12 de enero de 2017

On 13:30 by Marilut   No comments

Jesús, el Divino Maestro nos habló en parábolas en el pasado, y nos sigue hablando en el presente, utilizando la misma metodología de enseñanza, porque es el medio más apto para dejarnos un aprendizaje que perdure a lo largo de la historia; esta vez con una connotación particular, y es que toma como herramientas nuestros actos cotidianos, nos explica de manera muy didáctica lo que él desea que pongamos en práctica en nuestra vida, hasta que alcancemos la unidad en la fe y el conocimiento del hijo de Dios, para que lleguemos a la perfección.

¡Dichosos los ojos de ustedes que ven!; “Dichosos los oídos de ustedes, que oyen. Yo les digo: muchos profetas y muchas personas Santas desearon ver lo que ustedes están viendo, y no lo vieron; desearon oír lo que ustedes están oyendo, y no lo oyeron”.

Yo Marilut, quiero contarles mi experiencia, soy fiel testigo de ello, pues desde hace más de tres décadas, y solo por la Gracia de Dios he venido recibiendo sus enseñanzas, que a la vez he recogido de manera lógica y cronológica, tal como se me han mostrado y han quedado registrados en mis obras literarias publicadas; Él, valiéndose de mis actos cotidianos, y por medio de visiones en sueño, me ha aleccionado en parábolas, no solo para que yo me edifique, sino para que con ellas, pueda edificar a otros, procurando siempre el bien colectivo.

“Escuchen ahora la parábola del sembrador”. Con respecto al tema que nos ocupa hoy, son varias situaciones las que el Maestro nos presenta, para que aprendamos a discernirlas, y a su vez aprender de ellas, reteniéndolas en nuestro interior, para que luego las proyectemos hacia el exterior, por medio de nuestros actos cotidianos.

Primera visión: Me vi en una gran ciudad, caminando por una amplia avenida, yo iba acompañada por dos de mis hijas; cuando tratamos de cruzar hacia el otro extremo de la autopista, observamos un gran embotellamiento, razón por la cual se nos dificultaba avanzar con rapidez; pudimos observar también, que las personas que conducían, al quedar atrapados por ese enorme congestionamiento, cambiaron su humor como en cadena y por contagio, comenzaron a vociferar palabras cargadas de mucha ira, era como un contrapunteo de palabras ofensivas, hasta nosotras que solo pretendíamos cruzar la avenida, recibimos la descarga de palabras grotescas por parte de una mujer al borde de una ataque de histeria; seguida de esa escena de ira pasé a otra situación.

Segunda visión: Me vi escalando un cerro de tierra muy suelta y de color rojizo, por alguna razón supe que estaba tomando un atajo, porque este me conduciría a mi destino de manera más rápida, observé también que yo llevaba puestas unas botas sin tacón y altas hasta mis rodillas, cuando miré hacia atrás y me di cuenta que había escalado más de la mitad de aquel cerro tan inclinado, una sensación de temor se apoderó de mí, que por momentos me paralizó y traté de regresarme de la misma manera, pero me di cuenta que ya era tarde el regreso, ya que dos mujeres al ver mi ejemplo me siguieron, y desde sus posiciones abortaron mi pretendida decisión de querer regresar, por lo que no me quedó otra, más que seguir avanzando, mientras que una de las mujeres me animaba a seguir adelante por esas pendientes tan peligrosas, después de esa gran travesía llegamos a un sitio donde para seguir avanzando, debíamos atravesar portón muy alto, que se desveló ante nuestra atónita mirada.

Seguidamente pase a otra escena. Esta vez, me vi dentro de una habitación acompañada de mi madre y mis hermanos, observé que del techo de la habitación salían grande gotas de agua cristalina, abrí mi boca y me vi atrapando con ella las gotas de agua, después de ejecutada la acción, pude observar que las mismas salían de una tubería vieja, rota y oxidada, que habían socavado el techo, por lo que pensé que el agua estaba contaminada, pero ya había tomado, de tal manera que lo único que me quedaba era el remordimiento por haber bebido de ella; después de esa escena me volví a ver caminando, acompañada de mis hijas y una joven amiga de ellas; ese camino era de difícil acceso, con muchas pendientes de tierra suelta, muy parecido a la de la primera visión que se me mostró, pude observar que mis jóvenes acompañantes avanzaban mucho más rápido que yo, mientras subíamos entregue las llaves de mi vehículo a mi hija par que las guardara en su bolso, también observé que teníamos una única alternativa, y esta era, la de subir por ese camino polvoriento y empinado cargado de obstáculos, así que cuando ya estábamos arriba visualice que en la punta del cerro pendiente habían tres casas y una de las casas era de la joven amiga de mis hijas quien entró y se quedó en su hogar, mientras que ahora nosotras debíamos seguir nuestra ruta; empezamos esta vez a descender por pendientes muy peligrosas, cuando ya estábamos abajo pregunté a mi hija por la llave del vehículo y ella con asombro me comentó que la misma había quedado en el bolso de la amiga, por lo que tuvimos que regresarnos en busca de las llaves, para volver a emprender el camino correcto en busca del vehículo que nos conduciría hacia nuestro destino. Llegamos por fin a un gran estacionamiento, la puerta era angosta y el camino estrecho, y el vehículo que era de mi propiedad y que íbamos a retirar del estacionamiento para proseguir hacia nuestro destino, era una camioneta muy ancha y larga, último modelo, muy lujosa, de color gris, por lo que me vi razonando la manera como salir de ese sitio para continuar el camino, sin causar daño alguno, aquella situación me inquietó; seguidamente oí pasos de alguien que se acercaba hasta donde nosotros estábamos, y dirigiéndose a mí, me dijo: veo su cara de angustia, no se preocupe, que yo la voy a ayudar a sacar su vehículo sin problemas, así que me vi montada en la camioneta con mis hijas, mientras que el señor, muy amable, conducía mi vehículo, en ese momento no pude ver su rostro porque ya todo estaba oscuro, la noche había entrado, de repente observé como la luz, se abrió paso entre las tinieblas de la noche y pude visualizar claramente su rostro, me entró entonces una gran sensacion de paz, y sentí en lo más profundo de mi ser, un respeto y admiración por aquel señor, al que le hable desde lo más profundo de mi ser, con humildad, me vi pidiéndole disculpas, y dándole gracias por todo lo que había hecho por mí y los míos.

Significado de estas enseñanzas escondidas entre parábolas:

Dios, por su gran misericordia nos está mostrando el camino correcto para que aprendamos a transitar por la gran autopista de la vida, cuestión esta que no es nada fácil, solo con fe, amor y esperanza es que podremos llegar a puerto seguro, nos está mostrando que en ninguna circunstancia es provechoso tomar los atajos, porque es muy peligroso el camino y poco seguro, por lo que se nos haría muy difícil llegar a salvos a nuestro destino. Jesús se está dirigiendo a cada uno de nosotros en estos términos: << Entren por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso es el camino que conduce a la ruina, y son muchos los que pasan por él. Pero ¡qué angosta es la puerta y que escabroso el camino que conduce a la salvación! Y qué pocos son los que lo encuentran>> (Mt 7, 13,14).

El vehículo, o los vehículos que nos muestra en la visión significa nuestro cuerpo, que a su vez transporta nuestra alma, de tal manera que para que el alma pueda entrar por esta puerta de Cristo, que es el principio del camino, primero se ha de angostar y desnudar la voluntad en todas las cosas sensuales y temporales, amando a Dios sobre todas ellas, quiere el Señor significarnos que para ir por la puerta de la perfección, no sólo se ha de entrar por la puerta angosta, vaciándonos de lo sensitivo, sino también aprendiendo a transitar por el camino estrecho o escabroso, desembarazadamente de lo que es propio del espiritual o racional y como dice San Juan de la Cruz que solo Dios es el que se ha de buscar y granjear. También nos dice el Señor:

"Si alguno quiere seguir mi camino, niéguese a sí mismo y tome su cruz y sígame. Pues el que quiera asegurar su vida la perderá, y el que sacrifique su vida (por mí y) por el evangelio la salvará" (Mc 8,34). Puede suceder que queramos seguir a Cristo, pero cargados de todo lo sensitivo, sin desnudarnos a nosotros mismos, y aun así creyéndonos de un espíritu lleno y rebosante, por pensar que hemos hecho un excelente trabajo, por medio de retiros, silenciandonos, ejecutando prácticas religiosas, reformación de cosas, o con maneras de ejercitar las virtudes, continuas oraciones, mortificación y ayunos, pero sin desnudarnos a nosotros mismos y desprendiendo el espíritu de todo ello, creyendo erradamente que tenemos el camino listo, y resulta que puede sucedernos que cuando llegue el momento en que tengamos que atravesar la puerta del estacionamiento, nos pase como en la visión, que el vehículo era tan grande que me impedía seguir avanzando; quiere significarnos el Señor, que antes debe haber una negación de sí mismo y una desnudez de espíritu, porque el verdadero espíritu antes busca lo desabrido en Dios que lo sabroso y más se inclina al padecer que al consuelo; es decir el hombre debe morir a su naturaleza, desnudando y aniquilando todos esos deseos, en todo lo que según el alma, que es en su entender y en su gozar y en su sentir; de manera que no solo quede desapropiada en lo uno y en lo otro, lo que significa que el alma debe desembarazarse para seguir por el angosto camino, para que pueda caminar por la angosta senda.

"Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocen a mí, también conocerán al Padre. Pero ya lo conocen y lo han visto". (Jn 14,6).

"Yo soy la puerta: el que entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará alimento". (Jn 10, 9)

Con relación a las gotas de agua que en la visión atrapé con mi boca nos dice:

"Escúchenme todos y traten de entender. Ninguna cosa que de fuera entra en la persona puede hacerla impura; lo que hace impura a una persona es lo que sale de ella. ¿No comprenden que nada de lo que entra de fuera en una persona puede hacerla impura? Pues no entra en el corazón, sino que va al estómago primero y después al basural".

"Lo que hace impuro a la persona es lo que ha salido de su propio corazón. Los pensamientos malos salen de dentro, del corazón: de allí procede la inmoralidad sexual, robos, asesinatos, infidelidad matrimonial, codicia, maldad, vida viciosa, envidia, injuria, orgullo y falta de sentido moral. Todas esas maldades salen de dentro y hacen impura a la persona". (Mc 7, 14-20)

Al transitar por la gran autopista de la vida siempre vamos a encontrarnos con grandes emboscadas, fuertes embotellamientos, atajos muy peligrosos, bajadas, subidas, innumerables obstáculos, y nos guste o no, siempre nos vamos a encontrar frente a una gran encrucijada, donde solo hay dos caminos, pero unos solo de ellos será el correcto, que nos conducirá con las llaves y el vehículo adecuado, que no es otro que la oración constante, dejando que Jesús obre en nuestras vidas, hasta conducirnos hacia la gran sabiduría de Dios. ¿Quién de nosotros en el transitar por los caminos de la vida no se ha topado con las ansiedades más profundas de su ser? En mi caso un día con mi alma llorosa y agotada, toque las puertas a Dios a través de la oración, le pedí ayuda, le entregué el control de mi vida y la de los míos, le pedí me llenara de su amor y sabiduría, fortaleza para continuar el camino, paciencia y tolerancia y por sobre todo amor, fe, y esperanza; así que Él, en silencio oyó mi ruego y sin yo sospecharlo siquiera, me tomó de la mano y desde entonces me ha acompañado en este discurrir por la vida, para que en ese trayecto yo aprendiera crecer en el espíritu, así cuando fui débil, su amor me cubrió y me dio fuerzas, cuando nadie me fue fiel, él estaba a mi lado, hasta llegar a suplir todas mis necesidades; Aun en las tormentas borrascosas de mi vida, que con el transcurso del tiempo han sido las herramientas de enseñanzas que hoy Dios coloca a disposición de ustedes, para que aprendan de ellas y la pongan en práctica en ese transitar por la gran autopista la vida, ya que ese recorrido se convierte en un caos absoluto, donde paulatinamente el ego se va alojando en nuestra mente por medio de pensamientos negativos, inseguridades, llenándonos de frustración, de miedos, de rabia, de impotencia, odio, si no estamos conectados a la fuente. Así pues que el plan de Dios contempla la educación de su pueblo mediante siglos de lucha, de errores y de sufrimientos. Para poder alcanzar la verdadera madurez, se hace necesario pasar por la muerte de nuestro orgullo y de nuestras pretensiones; en eso consiste el vaciamiento de sí misma y el desembarazarse de lo que hemos acumulado en el interior de nuestros ser.

Barquisimeto 12 Enero 2017

Marilut Sánchez Viloria

Autora de los libros:

*Rompiendo Paradigma del Militar Venezolano; *Esparciendo la Semilla de la Fe; *Revelaciones Maestreo Habla que tu Sierva Escucha.

Disponible en las siguientes tiendas:

0 comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.