En esta obra literaria, Jesús, el Maestro de la Misericordia, se nos presenta en estos tiempos que son los últimos, de una manera novedosa y sencilla a la vez, prescindiendo de expresiones dogmáticas, teológicas y filosóficas para poner al descubierto las verdades de siempre en un lenguaje interesante por demás, permitiendo con esta forma de expresarse o comunicarse que captemos con claridad sus enseñanzas, pero para ello se requiere de nosotros tener una visión de ese algo que buscamos desesperadamente, del porqué queremos cambiar nuestra vida, por esta razón deja al descubierto su permanente novedad. El Divino Maestro se ha valido de mi propio pan diario para que yo les explique a ustedes sus hijitos, como es el procedimiento, transmitiéndoles la palabra de Dios en un tiempo totalmente nuevo, valiéndose de enseñanzas cotidianas, pero de un alto contenido espiritual, Él nos pide que seamos diligentes al reconstruir la casa de Dios, que no es más que nuestro templo interior, nos dice que aún estamos a tiempo de hacerlo, pero que el tiempo que nos queda se agota. Jesús nos hace un llamado a nuestra capacidad de creer, y es por ello que se hace necesario que entendamos que Él se puede comunicar con sus hijos de la misma manera que habló a los samaritanos, en un lenguaje sencillo, para que podamos captar la enseñanza independientemente de que tengamos o no una formación doctrinal. Dice el Señor que su casa estará en ruinas mientras que cada uno de nosotros no procuremos edificarla.

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